Vivimos en un mundo
en el que se ha vuelto “normal” sufrir. Es decir, nadie se asombra por el hecho
de que continuamente estemos sufriendo. En esta vida, es “normal” esforzarse y
sacrificarse por alcanzar aquello que deseamos, aquello que creemos
necesitamos. Es decir, aquello que nos complete y nos haga sentir plenos y
felices. Y por tanto, es normal sentirse frustrado cuando no alcanzamos dichas
metas; entonces sufrimos. Se genera así un conflicto interno, al sentirnos vacíos
por no haber logrado aquello que creemos necesitar para estar completos.
También, en este mundo, es “normal” experimentar conflicto cuando alguien no
actúa en la forma en que nosotros esperamos; o sentirse atacado cuando alguien
emite una opinión acerca nuestro, y ésta no cumple con nuestra expectativa.
Siguiendo esta línea, lo “normal” es también necesitar el afecto y amor de
otras personas para experimentar sensación de bienestar en nuestro interior;
pero si esa persona nos retira su demostración de cariño, nos sentiremos
decepcionados, tristes, angustiados, deprimidos, solos, abandonados, etc.; y
esto es lo “normal” en este mundo, porque ¿Quién no ha sufrido acaso en esta
vida?
Esta cadena constante de búsquedas,
encuentros, pérdidas, fracasos y frustraciones, es lo que se entiende como
“normal” en esta vida, y es lo que nos mantiene presos del dolor, del
sufrimiento y, por supuesto, del miedo; el cual es el factor esencial y
sustento base de este modo de percibir el mundo, la vida y las relaciones. Pero
bien, ¿Qué sucedería si dijera aquí que todo esto es una anomalía?
Lo que pretendo decir es que, desde mi
punto de vista basado en mi propia experiencia personal, esa perspectiva de la
vida es simplemente una “forma de verla”. Es decir, es el resultado de nuestra
propia identificación con un sistema de pensamiento. A dicho sistema se lo ha
denominado como mente programada, sistema
de pensamiento del ego, visión dualista del mundo. Pero bien, lo que me
gustaría aclarar es que dicha identificación con ese sistema de pensamiento es
simplemente una opción. Nadie nunca nos dijo eso, nadie nos lo aclaró; pero
basado en mi propia experiencia personal, puedo decir que efectivamente es nada
más que una opción.
Ahora bien, si es una opción, entonces
¿Qué otra opción hay? Existe lo que se ha denominado como Mente Recta, Mente sin Programar, Mente del Espíritu Santo. Mas
allá del nombre con el que se la defina, esta opción es, según mi propio
aprendizaje basado en mi experiencia, nada más ni nada menos que hacerse
responsable de uno mismo. Y no estoy hablando aquí de hacernos responsables de
nuestra independencia económica, sino de hacerse responsable de nuestros
pensamientos, de nuestras emociones, de nuestra forma de percibir e interpretar
el mundo exterior; dicho de otra manera, hacerse responsable de mi propia paz
interior y felicidad. Esto implica dejar de lado el victimismo, de manera que
la pregunta aquí sería ¿estás realmente dispuesto a dejar de jugar al papel de
víctima del mundo? Esto significa dejar de echarle la culpa de lo que nos
sucede y de cómo nos sentimos al resto de las personas, al resto del mundo, a
lo que nos rodea. Si puedes ser sincero contigo mismo, podrás ver que nos
pasamos la vida sufriendo o gozando según lo que suceda o deje de suceder en
nuestro entorno, según como actúen o dejen de actuar las personas que nos
rodean.
Lo que pretendo exponer es que nos
sentimos bien, felices y completos, siempre y cuando nuestros padres, hijos,
amigos, pareja, etc. nos quieran y nos hagan sentir especiales y completos. Del
mismo modo, si alguna de estas personas nos retira el afecto, nos sentiremos
vacíos, incompletos, defraudados y entonces sufriremos. Aun así, mientras
estamos en una etapa que consideramos de felicidad, con amigos, pareja,
trabajo, estabilidad económica, etc.; aun en ese contexto, nos encontramos
sufriendo constantemente, de manera inconsciente, debido al miedo que
experimentamos de perder algo de todo eso que hemos conseguido y que nos hace
sentir tan especiales y dichosos.
Pero bien, suponiendo que se ha entendido
hasta aquí la perspectiva de la situación, planteo lo siguiente: comenzar a hacerse
responsable del propio bienestar; lo que implica reconocer nuestro propio poder
interno.
Veamos entonces; cuando estas con esa
persona que te hace sentir completo, esa persona que te hace experimentar
emociones intensas que se traducen en amor y felicidad. ¿Dónde experimentas
dicha emoción? Muy probablemente sea en tu interior, tal vez en tu pecho cuando
sientes que vibra y late de felicidad. Pues bien, si experimentas esa emoción
en tu interior, significa que es ahí mismo, en tu interior, donde radica dicha
emoción; puesto que si ese sentimiento estuviese situado fuera de ti mismo,
jamás nunca podrías experimentarlo. Lo mismo sucede cuando alguien actúa de
forma que tu no compartes, y al percibir eso como un ataque, te sientes
ofendido, defraudado, insultado, etc. ¿Dónde experimentas esa emoción? ¿En tu
interior? Bien, entonces ahí mismo es donde está situado ese sentimiento, y no
ahí afuera. Reconocer esto, es el punto clave para comenzar a hacerte
responsable de ti mismo.
Ahora bien, ¿Qué sucede cuando un recuerdo
te hace sentir “bien” o “mal”? Si puedes ser honesto contigo mismo, verás que
ese recuerdo es ni más ni menos que un pensamiento. Y es justamente ese
pensamiento el que te produce la misma emoción que experimentaste cuando dicho
recuerdo tuvo lugar en tu presente. He aquí otra clave en este proceso de
camino hacia tu Libertad; el instante presente. Si lo analizas, notarás que
toda tu vida sucede en el instante presente, eternamente. No tenemos más nada
que este instante, aquí y ahora, y todo lo tenemos en este preciso instante
presente. Esto significa que todo recuerdo, así como toda proyección futura, no
es más que un pensamiento que tiene lugar en tu mente en el instante presente.
Y como dije anteriormente, dichos pensamientos producen sensación y emociones
que percibimos como “reales”.
¿De dónde proceden entonces esos
pensamientos? Proceden del mismo lugar en el que se encuentran, tu propia
mente; y al proceder de tu propia mente, esto implica que eres tú el hacedor de
dichos pensamientos, y por tanto tienes el poder de decidir qué pensamientos
crear, y consecuentemente, qué emociones experimentar. Cabe aclarar aquí que,
en este mundo dualista, siempre habrá sucesos externos que nos afecten de
alguna u otra manera, y experimentaremos así diferentes emociones, lo cual es
un proceso lógico y natural de este mundo de ilusiones; pero radica en ti mismo
el poder de decisión acerca de cómo vas a interpretar dichos acontecimientos
del mundo exterior, y por tanto cómo afectarán o no a tus pensamientos.
En resumen, el mundo que te rodea es como
es. La humanidad lleva siglos pretendiendo cambiarlo. Mi experiencia me dice
que, si quiero vivir en Paz, y este es el deseo de todas las personas del mundo
aunque algunas no lo sepan, es menester aceptar el mundo tal cual es; y aceptar
significa Amar, lo cual es nuestra función en esta vida. Así es que cuando
aceptas el mundo tal y como es, reconoces que no tiene poder sobre ti mismo, ya
que como dejé en claro anteriormente, ese poder radica en tu interior. Así que
¿hasta cuándo vas a entregarle el poder sobre tu estado emocional al mundo? ¿Hasta
cuándo vas a ser víctima de él? ¿Hasta cuándo seguirás haciendo responsables de
tu sufrimiento, así como de tu felicidad, a las personas que te rodean? Tarde o
temprano te llegará el turno de Ser Responsable, y comenzarás entonces a
experimentar la Absoluta Paz Interna, la Dicha Inquebrantable, el Amor Puro, la
Abundancia Infinita. En otras palabras, comenzarás entonces a Vivir en Libertad
al haber reconocido la Esencia de tu Ser.